El mosaico tiene orígenes ancestrales y la técnica para realizarlo se basa en la creación de patrones geométricos más o menos elaborados o en la composición de figuras mucho más complejas mediante la asociación de fragmentos de diversos materiales previamente preparados según las necesidades. Estos fragmentos son generalmente de vidrio pero también se pueden hacer con piedra, mármol o cualquier otro material duro que se pueda convertir en baldosas.
La técnica del mosaico tiene sus raíces en las brumas del tiempo y el mosaico más antiguo que ha llegado hasta nuestros días se remonta al siglo VIII a. C. Se hizo con guijarros de río lisos con tonos que van del blanco puro al negro. Si bien esta técnica primordial aún era muy limitada, los griegos lograron crear obras muy complejas que se han extendido a lo largo de los siglos, llegando hasta nuestros días en excelentes condiciones de conservación.
Los orígenes del mosaico son griegos pero gracias a la belleza que ofrece esta técnica artística, su difusión fue rápida también en el resto de Europa. En Italia y Grecia hay talleres de gran prestigio en los que se diseñan y crean refinados mosaicos, pero solo las personas más adineradas pueden decorar las habitaciones de su propia casa con estas refinadas creaciones.
Las distintas baldosas destinadas a componer un mosaico casi siempre tienen forma de pequeños rectángulos y en ocasiones de triángulos. La habilidad del artesano radica íntegramente en crear una imagen original con un alto valor artístico. Las baldosas se fijan al soporte como la pared o el suelo, mediante el mortero. En algunos casos, se utilizan otros tipos de pegamentos, como el mismo tipo de pegamento que se utiliza para fijar las baldosas en la solera.
En cuanto a los mosaicos insertados en las puertas o en las encimeras de madera, los azulejos se aplican con silicona. Si la base en cuestión es de metal, el pegamento más adecuado es el epoxi bicomponente que garantiza un mejor y más seguro agarre, a veces se confunde la técnica del mosaico con la de la incrustación. La incrustación proporciona un método de ejecución completamente diferente y se diferencia porque los diversos componentes se colocan en espacios vacíos preformados, mientras que en el mosaico las baldosas se pegan sobre una superficie completamente libre.
Para crear un mosaico es necesario tener un fuerte sentido artístico. Esta técnica tiene la misma importancia que la pintura griega y se puede utilizar para crear imágenes bidimensionales de alto valor artístico. El mosaiquista elige personalmente los colores a utilizar, combina diferentes tonalidades y tonalidades y recrea la imagen que quiere asociando diferentes mosaicos.
un arte que es muy difícil de poner en práctica y son pocos los que lo siguen realizando con pasión y dedicación. Una ventaja que tiene el mosaico sobre la pintura es el juego de luces. de hecho, las teselas pueden estar ligeramente inclinadas entre sí y si son impactadas por la luz natural, la reflejan de forma diferente, dando lugar a efectos cromáticos y luminosos de primordial importancia.