Ya sea mármol o granito, lo primero que hay que hacer antes de limpiar las lápidas es medir lo sucias que están. En el caso de polvo, suciedad y/o telarañas, se recomienda limpiarlo con un paño seco o un cepillo para eliminar los residuos que podrían crear barro si se vierte agua directamente sobre él y dificultar la limpieza. Una vez hecho esto, el lavado será diferente según el material.
Hombre limpiando una lápida | eternalia.es
Índice de contenidos
Productos necesarios para limpiar bronce
Bicarbonato de sodio y jugo de limón
- Trapos de algodón
- Placa (14) Agb
Cuchara
- esponja de lavado
Consejos sobre cómo limpiar un reloj de bronce antiguo
Primero, es importante considerar qué tipo de cosas debes limpiar. No es lo mismo un reloj con mecanismo mecánico que uno electrónico. Vale la pena recordar que los elementos deben estar desconectados de la fuente de energía eléctrica antes de su limpieza. Tener en cuenta si se trata de piezas que se pueden sumergir. En este caso, puedes hervir el artículo en agua para facilitar el proceso.
En el caso de los relojes, es recomendable pulir la superficie. Use una bola de algodón humedecida en una solución de vinagre con unas gotas de agua. No es recomendable utilizar productos abrasivos en las joyas, salvo que el fabricante lo indique y sólo si se observan manchas verde azuladas.
¿Cuál es el tema de mi lápida?
Lo primero que debemos saber es de qué material está hecha nuestra lápida. En este sentido tenemos tres posibilidades principales, el granito, pulido o no, el mármol y el acero inoxidable. Antiguamente el mármol era el rey de los cementerios, pero hoy en día, y debido al precio de este material, es más habitual ver otros materiales como el granito. Describiremos una a una las operaciones que debemos realizar para limpiar y conservar adecuadamente la lápida. En primer lugar hablaremos del granito porque es el más común, aunque hay que distinguir si está pulido o no porque su limpieza es diferente.
Lo primero que hay que hacer, y esto aplica para cualquier superficie, es utilizar un trapo seco, cepillo o cepillo. Con esta herramienta limpiaremos toda la superficie de la lápida. Esto lo hacemos para eliminar superficialmente el polvo, la suciedad y cualquier otro elemento. Si no lo hacemos así, cuando pasemos al siguiente paso y humedezcamos la lápida, obtendremos una formación de barro que impedirá una correcta limpieza, haciéndola más complicada.



























